(…) Como estás? Nosotros hemos estado fuera de la emisión por algún tiempo ya, lo que creo que va a ayudar mucho mucho mucho a la serie. Nada mantiene a la gente hablando, a pie de cañón, como desaparecer durante un par de meses.
De hecho, es una maniobra de marketing brillante por parte de la cadena: el método “ojos que no ven corazón que siente mucho”. Cuando tenía cinco años, mi padre se piró en mitad de la noche sin avisar. Mi hermana y yo no sabíamos si seguía vivo o si volvería siquiera. Dos meses después, irrumpió en casa, se meó en el armario y vomitó sobre nuestro gato. No podríamos haber estado más contentos de verle.
Así que os pido que comentéis que Raising Hope está viva y bien (…), vamos a irrumpir en las casas americanas para mearnos en sus armarios y vomitar en sus gatos. Y volvemos con grandes episodios, ¿Te lo puedes creer? Estamos ya a mitad de la primera temporada y todavía no damos pena (…)
Así de claro y directo se postula Greg García en contra del incómodo e inconveniente sistema de emisión americano y sus parones malditos.
Por una parte, uno puede comprender que las cadenas quieran estirar su producto lo más posible para que dure toda la temporada, recurriendo así al parón de navidad y a emisiones intermitentes si coincide algún festivo o evento deportivo o de importancia vital. Por otra, es difícil no pensar en las consecuencias dañinas del ello. No puedo evitar pensar, que los parones afectan mucho junto con otros factores como la creciente variedad de la oferta, a fomentar una audiencia cada vez menos comprometida, favoreciendo así el aumento exponencial de esas series autoconclusivas que tan poco exigen de ella.
Las series luchan contra estos parones como pueden. Recurren a los cliffhangers o a las apariciones estelares y eventos fuera de lo común para utilizarlos como reclamo a su regreso.
Los parones hacen que la audiencia olvide su cita semanal con la serie, pierda el interés por seguirla o encuentre un sustituto. Sé que a nosotros, que seguimos las series con tanta pasión y tan pendientes de cuándo llega lo nuevo, esto nos resulta inconcebible y no entendemos que el espectador pierda de repente el interés por una serie que ha seguido y disfrutado religiosamente durante tres meses. Lo cierto es que encuestas y datos demuestran que ocurre.
Evidentemente, no es lo mismo el parón de House en su séptima temporada que los dos meses de ausiencia de Raising Hope. Esta comedia nueva de humor peculiar ha contado con unas audiencias normalitas y no ha tenido oportunidad, con sólo 11 episodios, de construir una audiencia realmente comprometida. Suerte que sigue con Glee de lead-in y en un día no muy duro.
Con la cantidad de pilotos que se producen al año en tierras yanquis, y viendo la bajada de audiencia que provocan los parones, siempre he pensado lo WIN -WIN que sería que fomentaran la midseason como una temporada en toda regla, acercándose algo más a nuestro sistema de emisión. Pero bueno, con los tiempos que corren, supongo que las networks no tienen los cerditos para mucho jamón ibérico.