Nos van los tipos malos. La imagen de héroe impecable no sólo es aburrida, es lejana e irreal. Resulta difícil identificarse con alguien que hace siempre lo correcto, que no duda de sus ideales y no se contradice. Los tipos de moralidad discutible son atrayentes por su complejidad, por creer tenerlo todo bajo control y estar convencidos de mantenerse imperturbables. Por sus lógicas retorcidas y por ser fruto de los traumas y obstáculos que pone la vida.
Dexter Morgan es muchas cosas. Es asesino y justiciero, es hermano y hermanastro, y hace tiempo que se rindió a su monstruo interior. Pero Dexter no nació siendo asesino, las circunstancias lo dibujaron así; y cuando su padre descubrió su secreto, a su Oscuro Pasajero, creyó que no existía esperanza para él, ¿Por qué habría Dexter de pensar lo contrario?
Esta génesis del personaje es vital para comprender los terrenos en los que se mueven las diferentes temporadas de la serie de Showtime y para entender el nivel de empatía y la fuerte conexión con la audiencia que ha ido consolidando con los años. Una audiencia inspirada por su incansable búsqueda de la identidad.
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